En un giro revelador para la comprensión de cómo los medicamentos afectan de manera diferente a las mujeres, recientes estudios del GenderSci Lab de la Universidad de Harvard han arrojado luz sobre la posible influencia de factores sociales en lugar de diferencias biológicas. Según estos estudios, más de la mitad de la población estadounidense consume regularmente medicamentos recetados o de venta libre. Sin embargo, se ha observado que las mujeres experimentan efectos secundarios con una frecuencia hasta el doble que los hombres, según datos de la Administración de Drogas y Alimentos de EE. UU. (FDA).
Durante mucho tiempo, se ha considerado que estas diferencias en la experiencia de los efectos secundarios se debían a variaciones biológicas inherentes al sexo. Sin embargo, el equipo de investigación, liderado por Sarah Richardson, profesora Aramont de Historia de la Ciencia y profesora de estudios sobre la mujer, género y sexualidad, ha propuesto una perspectiva diferente. Sus hallazgos, publicados en Social Science and Medicine, sugieren que factores sociales basados en el género podrían ser una explicación más precisa para estas disparidades.
El estudio utilizó datos del Sistema de notificación de eventos adversos de la FDA, analizando más de 33 millones de registros. Se encontró que las mujeres tienen una mayor tendencia que los hombres a adoptar comportamientos de búsqueda de salud, como la ingesta de medicamentos recetados o la consulta médica. Además, el equipo de Richardson señaló que las mujeres podrían enfrentar prejuicios y discriminación en entornos clínicos, lo que influiría en el diagnóstico y tratamiento de sus condiciones.
Otro aspecto importante que se destacó es cómo los estereotipos de género, el estigma y las normas sociales afectan la percepción de los eventos adversos.
Por ejemplo, se señaló que las mujeres tienden a reportar el aumento de peso como un evento adverso más frecuentemente que los hombres. En el caso de las mujeres transgénero, se observó que pueden experimentar una mayor angustia en respuesta a eventos como la caída del cabello en comparación con los hombres transgénero.
Los investigadores también identificaron que las diferencias en entornos y exposiciones asociadas con el género también juegan un papel crucial. Las mujeres, que tienen mayores probabilidades de vivir en la pobreza, sufrir violencia de pareja y acoso sexual en el trabajo, están expuestas a factores que se asocian con problemas de salud física y mental.