Un nuevo estudio dirigido por la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard ha encontrado que la soledad crónica puede aumentar significativamente el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular en los adultos mayores.
Este estudio fue publicado en eClinicalMedicine.
Según la autora principal del estudio, Yenee Soh, investigadora asociada en el Departamento de Ciencias Sociales y del Comportamiento, la soledad se está considerando cada vez más como un importante problema de salud pública.
El estudio sugiere que, cuando se experimenta de forma crónica, la soledad puede desempeñar un papel importante en la incidencia de accidentes cerebrovasculares, que son una de las principales causas de discapacidad y mortalidad a largo plazo en todo el mundo.
El estudio utilizó datos del Estudio de Salud y Jubilación, recopilados entre 2006 y 2018.
Los investigadores evaluaron a 12.161 participantes adultos mayores de 50 años que nunca habían sufrido un derrame cerebral.
Estos participantes respondieron a preguntas de la Escala de Soledad Revisada de UCLA, lo que permitió a los investigadores crear puntuaciones de soledad. Cuatro años después, 8.936 participantes respondieron nuevamente a las mismas preguntas.
Los investigadores agruparon a los participantes en cuatro categorías según sus puntuaciones de soledad: consistentemente bajos, remitentes, inicio reciente y consistentemente alto.
Durante el período de seguimiento, ocurrieron 1.237 accidentes cerebrovasculares entre los participantes cuya soledad se midió solo al inicio del estudio y 601 accidentes cerebrovasculares entre aquellos que proporcionaron dos evaluaciones de la soledad a lo largo del tiempo.
Los investigadores encontraron un vínculo entre la soledad y un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular.
Los participantes considerados solitarios al inicio del estudio tenían un riesgo 25% mayor de sufrir un accidente cerebrovascular que aquellos que no se consideraban solitarios.
Entre los que reportaron soledad en dos momentos, aquellos en el grupo consistentemente alto tenían un riesgo 56% mayor de sufrir un accidente cerebrovascular que aquellos en el grupo consistentemente bajo.