El entorno económico global se encuentra ante un escenario complejo caracterizado por tasas de interés reales a largo plazo en aumento, un crecimiento económico que permanece débil y niveles de deuda que continúan escalando. Estos factores combinados presentan desafíos significativos para la sostenibilidad fiscal y la estabilidad financiera en el mediano plazo.
La capacidad de un país para gestionar su deuda pública depende crucialmente de varios pilares: los saldos fiscales primarios, el crecimiento económico real, las tasas de interés reales y los niveles de deuda existentes. Un equilibrio entre ingresos públicos superiores a los gastos (excluyendo el pago de intereses) y un crecimiento robusto favorece la sostenibilidad de la deuda. Sin embargo, el incremento en las tasas de interés y en los niveles de deuda complica este panorama.
Durante años, el mundo disfrutó de un periodo en el que las tasas de interés reales eran considerablemente bajas, facilitando la gestión de la deuda pública. Este entorno permitió a muchos países aumentar sus déficits fiscales y, por ende, su deuda pública sin enfrentar presiones inmediatas hacia la consolidación fiscal. No obstante, el escenario ha cambiado drásticamente, en parte debido a los paquetes de estímulo fiscal implementados durante la pandemia, que elevaron aún más los niveles de deuda.
Aunque la tasa de interés real a corto plazo (r*) ha disminuido en las últimas décadas, el costo real del endeudamiento, especialmente a largo plazo, podría aumentar. Esto se debe a que las tasas de interés a largo plazo incluyen una prima por riesgo que compensa a los prestamistas por el tiempo extendido de los préstamos. Estos costos elevados del endeudamiento se reflejan en la carga que representan para el financiamiento de los gobiernos y, por extensión, en la estabilidad financiera general.
Ante este escenario, se sugiere la implementación de políticas fiscales pragmáticas que busquen reducir gradualmente los niveles de deuda a cifras más manejables. Estas medidas son esenciales para mitigar las presiones fiscales y financieras y asegurar un camino hacia una mayor estabilidad económica.