Una encuesta reciente reveló que el 75% de los votantes en Estados Unidos apoya la implementación de pruebas cognitivas obligatorias para los políticos de edad avanzada, según un estudio realizado por Harvard.
Las pruebas cognitivas evalúan diversas funciones, incluyendo memoria, atención, concentración, lenguaje, habilidades espaciales, orientación y funcionamiento ejecutivo.
Estas pruebas ofrecen una descripción general rápida de diferentes funciones cognitivas y son herramientas clave para detectar posibles deterioros.
La prueba de Evaluación Cognitiva de Montreal (MoCA) es la más utilizada en la actualidad. Evalúa tareas como la atención, orientación, denominación de objetos, aprendizaje de palabras y razonamiento verbal.
La prueba tiene una puntuación total de 30 puntos y se aplica de manera estandarizada para determinar si las habilidades cognitivas de una persona están dentro del rango normal esperado para su edad y antecedentes.
Personas con alta capacidad intelectual y reserva cognitiva, como abogados, médicos o profesores, pueden desempeñarse bien en una prueba MoCA incluso si han tenido cambios en sus habilidades cotidianas.
Sin embargo, algunas personas pueden tener quejas cognitivas subjetivas que no siempre se reflejan en los resultados de la prueba.
Algunas señales de alerta incluyen olvido rápido, preguntas repetitivas y dificultad para encontrar palabras. Estos síntomas pueden indicar problemas de memoria no apropiados para la edad y, en algunos casos, están relacionados con la enfermedad de Alzheimer.
El deterioro cognitivo puede ser parte del envejecimiento normal, pero ciertos cambios, como la desaceleración en el procesamiento y la pérdida de memoria a corto plazo, pueden ser indicadores de problemas más serios.
La demencia vascular, por ejemplo, se manifiesta a través de problemas de organización, pérdida de cuentas y razonamiento deficiente.
Se recomienda realizar una prueba cognitiva si hay quejas cognitivas subjetivas o si familiares y médicos notan signos de deterioro temprano. Las pruebas de detección neurocognitiva, junto con neuroimagen y análisis de sangre, ayudan a identificar problemas cognitivos potencialmente reversibles y a estabilizar la condición del paciente.