Según un informe reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), aunque la región ha experimentado avances en la adopción de tecnologías digitales, persisten importantes desafíos en términos de infraestructura y acceso inclusivo.
La falta de conectividad en áreas rurales y entre hogares de bajos ingresos destaca como uno de los obstáculos principales para una transición digital completa.
En 2022, el 67,3% de los hogares en América Latina y el Caribe tenía acceso a internet, un porcentaje significativamente inferior al 91,1% registrado en los países de la OCDE.
Sin embargo, estas cifras promedio ocultan disparidades notables dentro de la región.
Por ejemplo, solo el 46,4% de los hogares con menores ingresos contaba con una conexión fija, en comparación con el 84,6% de los hogares de mayores ingresos.
Esta desigualdad es más pronunciada en algunos países de la región, donde la brecha es aún mayor.
Otra área de preocupación señalada por la CEPAL es la diferencia en el acceso a internet entre zonas urbanas y rurales.
En promedio, los hogares urbanos tienen el doble de acceso a internet que los hogares rurales, con un 74,8% frente a un 35,8%.
En algunos países, menos del 20% de los hogares rurales están conectados, lo que limita significativamente las oportunidades para quienes viven en estas áreas.
Sin embargo, naciones como Chile y Panamá han logrado niveles de acceso en zonas rurales comparables con los países de la OCDE.
El informe destaca que el acceso a internet tiene un impacto significativo en varios aspectos del bienestar de las personas, incluyendo la educación, las oportunidades laborales y el acceso a servicios esenciales como la salud y los servicios financieros.
En algunos países, la falta de conectividad se ha reconocido como un factor que contribuye a la pobreza, y se ha incluido como una dimensión en los Índices de Pobreza Multidimensional nacionales.