La Santa Sede atraviesa un nuevo proceso de transición luego del fallecimiento del líder de la Iglesia Católica. Según el Vaticano, se ha puesto en marcha el mecanismo que establece el Código de Derecho Canónico para la elección de su sucesor, conocido como cónclave.
El cónclave es la reunión del Colegio de Cardenales cuya misión es elegir al nuevo pontífice. Solo participan aquellos cardenales que no hayan alcanzado los 80 años de edad al momento del fallecimiento del papa.
Este encuentro se lleva a cabo en la Capilla Sixtina del Vaticano, y sus deliberaciones se desarrollan bajo estricta confidencialidad.
La fecha de inicio es definida por el Camerlengo, encargado de gestionar la sede vacante, y suele comenzar entre 15 y 20 días después del fallecimiento del pontífice anterior.
Las jornadas de votación están marcadas por varias rondas diarias. Cada cardenal electo debe alcanzar una mayoría de dos tercios de los votos para ser proclamado papa.
Si luego de tres días de votaciones no se logra una elección, se hace una pausa de reflexión, y luego se reinicia el proceso.
La fumata blanca en la chimenea de la Capilla Sixtina indica que se ha alcanzado un acuerdo.
No existen requisitos formales para ser elegido más allá de ser varón y estar bautizado dentro de la Iglesia Católica.
Sin embargo, desde el siglo XV, todos los papas han sido escogidos entre los cardenales.
Una vez aceptado el resultado por el electo, se le pregunta qué nombre desea adoptar como sumo pontífice.
A partir de ese momento, el nuevo papa asume su cargo.
Tras la elección, se realiza la presentación pública desde el balcón de la Basílica de San Pedro, donde se pronuncia el tradicional anuncio Habemus Papam.
A continuación, se celebran las ceremonias litúrgicas correspondientes al inicio del pontificado.